martes, 10 de noviembre de 2015

El uso del E-Portfolio como instrumento de evaluación

Como viene siendo habitual en este curso, se me plantea la ocasión de conocer más de cerca cosas de las que había oído hablar con anterioridad, pero que apenas conozco. En esta ocasión se trata del Portfolio, más en concreto, de su versión digital, el E-Portfolio  

Lo primero que me he planteado es clarificar el concepto. En la red hay múltiples definiciones del E-Portfolio, algunas más acertadas que otras. Por otro lado, muchas de las referencias se refieren al uso de este en el ámbito de la educación. Sin embargo, su origen está relacionado con ámbitos profesionales relacionados principalmente con el mundo del diseño y con la necesidad de tener algún tipo de elemento a través del cual artistas, fotógrafos o arquitectos pueden mostrar su trabajo, es decir, su finalidad era mostrar productos acabados y no procesos (Barberá Gregori, de Martín Rojo, 2009).

Así que, a modo de introducción, me pareció interesante tener claro qué no es un E-Portfolio, que en ningún caso debe de considerarse como un mero dossier en el que se van acumulando documentos o archivos sin ningún tipo de relación y en el que no se expresa ningún tipo de reflexión sobre el trabajo realizado.

De entre las posibles definiciones, he elegido la de Robert Bibeau. Para él, el E-Portfolio es el conjunto de trabajos realizados por un alumno que evidencia sus competencias reflejando sus logros de manera pertinente.[1]

El profesor Carmelo Basoredo comenta en su artículo,  publicado en INED21, cuáles son las utilidades del portfolio:

a) El uso del mismo como cuaderno de apuntes y ejercicios, junto con la gestión de todos los documentos que el/a titular utilice;     b) la visualización de los contenidos, mediante la publicación de los mismos; c) la comunicación e interacción entre los usuarios del sistema; d) la gestión de los resultados de la evaluación (Rodríguez, Aguado, Galván y Rubio, 2009)

Los dos autores nos dan pie para valorar uno de los aspectos más útiles del e-portfolio, me refiero a su uso como instrumento de evaluación del aprendizaje. Es evidente que partimos de una premisa que considera que evaluar no es calificar sino que implica un seguimiento del proceso de aprendizaje en el que la evaluación debe de ser un instrumento de mejora continua. Desde este punto de vista, el portfolio es un reflejo del recorrido que el alumno/a realiza en su aprendizaje, permitiéndonos tener evidencias de su evolución así como una visión global de ese recorrido.

El portfolio resulta especialmente útil si, de acuerdo con la legislación vigente, trabajamos por competencias y deseamos tener evidencias de los niveles de logro que nuestros alumnos van adquiriendo a lo largo del tiempo. Así mismo, favorece que, a través de la autoevaluación,  el alumnado vaya haciendo en cada momento una reflexión sobre su aprendizaje, permitiéndole progresar de manera consciente. En este sentido, el profesor Jordi Adell señala el riesgo de que el portfolio se limite a ser un simple recopilación de artefactos sin ningún espacio para la reflexión profunda, por lo que plantea, junto con las profesoras Sanchiz Ruiz y Llopis Nebot, el diseño de una rúbrica que evalúe el pensamiento reflexivo en los portfolios de sus alumnos (en este caso de nivel universitario).

En cualquier caso, una de las ventajas del portafolio es la posibilidad que ofrece de poder evaluar habilidades complejas que se derivan de su propio proceso de elaboración. Su consrtucción requiere la puesta en práctica de habilidades de observación, composición, argumentación, reflexión, análisis y síntesis, entre otras (Barberá, 2009) por lo que tendremos evidencias de su grado de adquisición, aunque en nuestra evaluación podemos conceder más o menos énfasis en cada momento a los diferentes procesos que el alumnado debe de desarrollar, bien sea la búsqueda de información, el proceso creativo, la producción final o la reflexión sobre lo aprendido.

Lo que parece evidente es que, para que sea útil, el portfolio precisa, no sólo de un buen diseño (por parte del profesor/a), sino de un seguimiento constante que nos permita comprobar en cada momento la progresión del alumno. Existen diferentes tipos de portfolios pero el hecho de que se utilice como instrumento de evaluación requiere que a la hora de diseñarlo se clarifiquen los objetivos educativos que se quieren alcanzar, así mismo es importante que los/as alumnos/as tengan claro qué se espera, qué tipo de evidencias deben de seleccionar en su trabajo y la manera de llevarlo a cabo.

Para terminar, como considero que la mejor manera de ver las cosas es a través de ejemplos prácticos, gracias de nuevo al gran Jordi Adell y a su alumna Vanessa Amat, comparto un ejemplo de portfolio que nos puede ilustrar sobre su versatilidad y utilidad como instrumento de aprendizaje y de evaluación.









[1] Thot Cursus- Robert Bibea- 100 referencias sobre el E-Portfolio  2008. www.cursus.edu/


3 comentarios:

  1. Me ha gustado muchísimo tu entrada. El Video de Vanessa me ha encantado.
    Desarrollas mucho la contribución a la evaluación y buscas fundamentarla.

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado muchísimo tu entrada. El Video de Vanessa me ha encantado.
    Desarrollas mucho la contribución a la evaluación y buscas fundamentarla.

    ResponderEliminar
  3. Elena, que entrada más limpia, clarificadora y completa. No puedo ver el último enlace de ejemplo de porfolio.

    ResponderEliminar